La Mona lo hizo
Por kuartetoadm | 17 de agosto de 2007, 01:12“Homenaje a la trayectoria, 42 años con la música, 10 millones de bailarines”. Eso está grabado con letra cursiva en la plaqueta que el juez Norberto Oyarbide, fan confeso, le entregó el miércoles a la noche en el complejo Forja, donde “la Mona” no sólo fue homenajeado “en vida” sino en un momento de “máxima plenitud”.
El calculo de 10 millones de bailarines no suena exagerado si se tiene en cuenta que, cada ciclos no tan extensos de tiempo, Jiménez se despacha con grabaciones en directo o bailes antológicos a los que asisten 20 mil personas, tal como sucedió el miércoles en barrio Talleres.
Cuando “la Mona” actúa en vivo, el mito de la juventud eterna se agiganta y vuelve imposible pensar qué pasará después de él, por más que aparezcan herederos carismáticos y con alcance vocal como Damián Córdoba.
El futuro sigue siendo Jiménez.
A propósito, su fulgor hizo que el catamarqueñito cancelara un baile de fiesta patronal en Villa Dolores, con casi mil boletos vendidos, con tal de participar en el homenaje a su ídolo. Debió enfrentarse a su manager para cantar El federal junto al artista que es su faro. A los gustos también hay que dárselos en vida.
Javier “Pepa” Brizuela fue otro de los que tuvo que alterar su rutina. En el caso de la Pepa, demorar un viaje a General Deheza para otra patronal con el único objetivo de compartir escenario con Jiménez. En el primer tramo del espectáculo, el cantante de La Barra hizo un dueto en Amor pecador y se refirió a algo cercano al placer y al sueño cumplido.
A diferencia de otros aniversarios redondos relacionados a la “Mona”, en esta oportunidad no hubo mucha prensa porteña, ni rockero de alcance nacional tratando de succionar un poco de credibilidad callejera.
La única estrella metropolitana fue Iliana Calabró, quien llegó al VIP tempranísimo y se bancó, como una más y arriba de tacos altísimos, una espera de varias horas hasta que le tocó el turno de interpretar Beso a beso.
La diva, que hizo de la vergüenza ajena su marca de fábrica, fue alzada a upa por el ídolo máximo de la música cordobesa, mientras consiguió la tan esquiva aprobación de un público difícil, que silba cuando la cosa se dispersa porque no hace foco sólo en el homenajeado. Tal “garrón” se comió Lorena Jiménez, y también los candidatos a intendente Roberto Chuit y Olga Riutort cuando subieron a entregar otra plaqueta. Y eso hasta podía considerarse una circunstancia previsible.
El soberano sí respetó a los “del palo”. A los de la línea media o “desarrollista”, que estimularon el cuarteto y vivieron el éxito en carne propia en los ’80 (Sebastián, Los Chicos Orly) o en en tránsito de esa década a los ’90 (Fernando Bladys, Rubinho, Toro Quevedo, Jean Carlos). También fueron bien recibidos los nuevos valores como Quesito (cantante de La Banda de Carlitos), Ulises Bueno (de alguna manera, su participación cierra heridas que venían abiertas de la época de Rodrigo), Banda Express y Sabroso. Todos se rindieron ante el gurú, hicieron reverencias y demás, tal como “la Pepa” al comienzo del desfile. Y se mostraron tan amistosos entre sí en la previa, que uno sentía la necesidad de cuestionarse “¿pero cómo, no era éste un mercado competitivo?”
A decir verdad, del “palo” estuvieron casi todos. Es que faltaron los de la línea fundadora y contemporáneos a la génesis de Jiménez como cantor popular: Coquito Ramaló, Gelfo, Ariel Ferrari y Carlitos Rolán.
Tarea para el próximo homenaje. ¿Acaso habrá otro homenaje? Y si el pacto con el diablo prospera, Carlos Jiménez seguirá como hasta ahora por mucho tiempo más. Acaso Elvis haya reencarnado en él.
Materia de investigación.
Fuente: La Voz del Interior